Tema: Hombre y Mujer.

Todos queremos que muera una sociedad injusta en que el hombre oprime a la mujer y también queremos una sociedad nueva donde todos vivamos como hermanos.

Lectura: Jn 20, 11-18.

Reflexión sobre el Evangelio segundo domingo de cuaresma

Gloria y Cesar realizaron la lectura del santo evangelio según san Lucas (9,28b-36):


En aquel tiempo, Jesús cogió a Pedro, a Juan y a Santiago y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y, mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió, sus vestidos brillaban de blancos. De repente, dos hombres conversaban con él: eran Moisés y Elías, que, apareciendo con gloria, hablaban de su muerte, que iba a consumar en Jerusalén. Pedro y sus compañeros se caían de sueño; y, espabilándose, vieron su gloria y a los dos hombres que estaban con él.

 

Mientras éstos se alejaban, dijo Pedro a Jesús: «Maestro, qué bien se está aquí. Haremos tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.» No sabía lo que decía.

 

Todavía estaba hablando, cuando llegó una nube que los cubrió. Se asustaron al entrar en la nube. Una voz desde la nube decía: «Éste es mi Hijo, el escogido, escuchadle.»

 

Cuando sonó la voz, se encontró Jesús solo. Ellos guardaron silencio y, por el momento, no contaron a nadie nada de lo que habían visto.

Reflexión lectura: Jn 20, 11-18.

Gloria y Cesar desde la palabra de Juan 20, 11 -18, colocarón la segunda cruz de la Corona de Cuaresma:

 

Estaba María junto al sepulcro fuera llorando. Y mientras lloraba se inclinó hacia el sepulcro, y ve dos ángeles de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y otro a los pies.

Dícenle ellos: «Mujer, ¿por qué lloras?» Ella les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde le han puesto.»

Dicho esto, se volvió y vio a Jesús, de pie, pero no sabía que era Jesús.

Le dice Jesús: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella, pensando que era el encargado del huerto, le dice: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto, y yo me lo llevaré.»

Jesús le dice: «María.» Ella se vuelve y le dice en hebreo: «Rabbuní» - que quiere decir: «Maestro» -.

Dícele Jesús: «No me toques, que todavía no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre y vuestro Padre, a mi Dios y vuestro Dios.»

Fue María Magdalena y dijo a los discípulos que había visto al Señor y que había dicho estas palabras.



Gloria destacó como estas visiones o aparaciones del Señor fueron necesarias para que sus discipulos entendieran que el era el Hijo de Dios, pero más importante en nuestra epoca y en nuestra familias es necesario para que se hagan los cambios en nosotros y en cada miembro.

 

Cesar señala que aún en nuestra sociedad actual existe aún incredulidad sobre estos aspectos de la transfiguración del Señor, necesitamos ver para creer en el otro y esto hace mucho mal en cualquier grupo humano. Dios hizo muchos signos para creer en su Hijo pero este sacrificio aún muchos hermanos lo han olvidado.

 

En este cierre, como apoyo a la reflexión nuestra hermana Celmira nos invito a cada uno a transfigurarnos a través del cambio que nos pide el Señor a través de su palabra.

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