El principal ayuno que nos pide Dios es un incansable compromiso por la justicia hasta que llegue el día en que toda la familia humana pueda vivir de acuerdo a su dignidad de personas y de hijos de Dios. La Cruz es un signo de amor, no de muerte.
Lesctura: Isaìas 58, 1-12.
El último domingo de la corona de cuaresma, se realizo en el hogar de la pareja promotora Josefina y Jesús, a la luz del evangelio (Resumido) según San Lucas 22-23 (14-71/1-56):
Luego de tomar una copa, les dijo a los apóstoles que la compartieran, ya que no iba a beber más hasta que llegara al Reino de Dios. De seguido tomó el pan y lo partió entre sus discípulos, diciendo:
“Este es mi Cuerpo, que se entrega por ustedes. Hagan esto en conmemoración mía”.
Más adelante le dijo a Pedro que hoy, antes de que cante el gallo lo negaría tres veces, como al final ocurrió. Después Jesús prosiguió y, tras recibir un beso de Judas, le dijo: ¿Con un beso entregas al Hijo del Hombre?
Una vez que amaneció, Jesús fue llevado ante el Tribunal, donde le preguntaron si era el Mesías, a lo que Jesús respondió que ustedes no me creerán.
De seguido, la asamblea se levantó y llevaron a Jesús ante Poncio Pilato. Pilato dijo que no encontraba motivo para condenar a Jesús, pero una gran multitud pidió que fuera condenado y que en su lugar liberaran a Barrabás, petición a la que terminó excediendo.
Así fue como se decidió crucificar a Jesús junto a otros dos malhechores para que fueran ejecutados; uno a su derecha y el otro a su izquierda. Ya en la Cruz, Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron sus vestiduras, sorteándolas entre ellos.
Luego Jesús, con un grito exclamó: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”. Y diciendo esto, expiró.
Cuando el centurión vio lo que había pasado, alabó a Dios, exclamando: “Realmente este hombre era un justo”.
Y la multitud que se había reunido para contemplar el espectáculo, al ver lo sucedido, regresaba golpeándose el pecho. Todos sus amigos y las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea permanecían a distancia, contemplando lo sucedido.
Después de bajarlo de la cruz, un miembro del Consejo, llamado José y de Arimatea, lo bajó de la cruz, lo colocó en un sepulcro cavado en una roca, donde nadie había sido sepultado. Era el día de la Preparación, y ya comenzaba el sábado.
Las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús, siguieron a José, observaron el sepulcro y vieron cómo había sido sepultado.
Después regresaron y prepararon los bálsamos y perfumes, pero el sábado observaron el descanso que prescribía la Ley.
Josefina y Jesús realizaron la refexión del libro de Isaías 58,1-12:
Grita con fuerza y sin miedo. Levanta tu voz como trompeta y denuncia a mi pueblo sus maldades, y sus pecados a la familia de Jacob.
Según dicen, me andan buscando día a día y se esfuerzan por conocer mis caminos, como una nación que practica la justicia y no descuida las órdenes de su Dios. Vienen a preguntarme cuáles son sus obligaciones y desean la amistad de Dios.
Y se quejan: «¿Por qué ayunamos y tú no lo ves, nos humillamos y tú no lo tomas en cuenta?» Porque en los días de ayuno ustedes se dedican a sus negocios y obligan a trabajar a sus obreros.
Ustedes ayunan entre peleas y contiendas, y golpean con maldad. No es con esta clase de ayunos que lograrán que se escuchen sus voces allá arriba.
¿Cómo debe ser el ayuno que me gusta, o el día en que el hombre se humilla? ¿Acaso se trata nada más que de doblar la cabeza como un junco o de acostarse sobre sacos y ceniza? ¿A eso llamas ayuno y día agradable a Yavé?
¿No saben cuál es el ayuno que me agrada? Romper las cadenas injustas, desatar las amarras del yugo, dejar libres a los oprimidos y romper toda clase de yugo.
Compartirás tu pan con el hambriento, los pobres sin techo entrarán a tu casa, vestirás al que veas desnudo y no volverás la espalda a tu hermano.
Entonces tu luz surgirá como la aurora y tus heridas sanarán rápidamente. Tu recto obrar marchará delante de ti y la Gloria de Yavé te seguirá por detrás.
Entonces, si llamas a Yavé, responderá. Cuando lo llames, dirá: «Aquí estoy.» Si en tu casa no hay más gente explotada, si apartas el gesto amenazante y las palabras perversas; si das al hambriento lo que deseas para ti y sacias al hombre oprimido, brillará tu luz en las tinieblas, y tu obscuridad se volverá como la claridad del mediodía.
Yavé te confortará en cada momento, en los lugares desérticos te saciará. El rejuvenecerá tus huesos y serás como huerto regado, cual manantial de agua inagotable.
Volverás a edificar sobre las ruinas antiguas y reconstruirás sobre los cimientos del pasado; y todos te llamarán: El que repara sus muros, el que arregla las casas en ruinas.
Reflexión: El ayuno es respetar a Dios, ya que no podemos hacerlo sino estamos en paz con nuestros hermanos o se hace por cumplir un rito o un cumplido, pero el Señor no espera esto sino que al ofrecerle ayuno respete todos sus designios, por eso hay muchas forma de ayuno como no mentir, no calumniar, no decir frases vulgares y tener malos pensamientos hacia nuestros hermanos. El ayuno es la mejor forma de decirle a nuestro Padre que podemos sacrificarnos por el y por nuestros hermanos.